Friday, November 7, 2014

II - Debemos seguir andando

Cream no conocía a aquellas chicas, eran mayores que ella y probablemente viajaban en otro vagón de la caravana, pero ellas sí parecía conocerse entre sí, y demostraron cierto respecto hacia la más alta cuando esta se puso de pie y dijo que no iban a venir más chicas, ni soldados, ni monjas.







'Están todos muertos, ahogados o el enemigo les ha cogido prisioneros'.
'¿Quién es el enemigo?', preguntó Cream, pero nadie se tomó la molestia de contestarle.
'Vámonos antes de que crucen el río y vengan a por nosotras'.
Era una idea demasiado horrible para pararse a discutirla, de manera que echaron a andar.

La chica que gimoteaba fue la primera en caer de rodillas y decir que no podía seguir andando. La joven  alta la hizo caminar algo más, pero cuando volvió a caerse y empezó a gemir más fuerte, realmente estaban las cuatro exhaustas y heladas en sus ropas empapadas.

La segunda y última vez que Cream habló con sus compañeras, fue cuando la  chica alta dijo que de acuerdo, que se detendrían, y propuso buscar  hojas o mohos  para cubrirse con ellos, y descansar.


‘No’, dijo ‘hace demasiado frío, tenemos que seguir en movimiento. Si tenemos suerte, cuando amanezca  puede que haga un poco de sol, entonces podremos parar  y descansar. Si no seguimos andando, no sobreviviremos a esta noche’.

Allá en lo alto de las montañas, en su tierra natal, había sido testigo de casos similares más de una vez. El invierno nunca era un juego. La gente moría en el frío de la noche, y su cuerpo congelado era hallado por la mañana. Abuelita siempre le decía que debía permanecer en movimiento si alguna vez se encontraba perdida en una noche de invierno. Pero no le había sucedido nunca. Hasta ahora.

La chica alta empujó a Cream con tanta fuerza que cayó sentada. No pudo evitar un grito, aunque más de sorpresa que de dolor real. Inclinándose sobre ella, la chica murmuró, 'no te atrevas a volver a contradecirme nunca, pedazo de mierda. Soy una Loucester de Loucester'. 

Cream se levantó frotándose el trasero. Podía haberle dicho a la Loucester que ella era una Zenn de las Tierras Altas, y qué? Pero tan solo se dio la vuelta y se marchó sin decir una sola palabra.

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