Thursday, November 27, 2014

IX- ¿Quieres montar conmigo?

Hasta un par de días más tarde no mantuvieron una verdadera conversación.

Algo había cambiado desde la noche de las pesadillas. Quizá Cream empezó a pensar que realmente querían ayudarla, o tal vez es que no pudo evitar ser ella misma.






























Al principio se miraron unos a otros, divertidos, cuando empezó a correr de uno a otro preguntando cómo podía ayudar a levantar el campamento. La dejaron empaquetar algunos bultos y se burlaron de su canturreo. Cream se rió tanto cuando Dean empezó a imitarla, que se lo ganó por completo.

Era una niña, y terriblemente delgada, pero quizá fue Seth el primero en darse cuenta de lo bonita que era cuando se reía, o se sonrojaba, o ponía caras y decía '¡aggg asqueroso!', al oir algunos de sus rudos chistes.
Era el rey de los romances, no podía evitar coquetear y empezó a hacerlo con ella, por broma, y se sorprendió al darse cuenta de que era realmente divertida. Era incapaz de coquetear, pero tenía un sentido del humor rápido y seguía las bromas, y resultaba adorable cuando le agradecía los piropos, sacándole la lengua si se pasaba de la raya.

Incluso Roman era más agradable con ella. Después de hacerle de niñera aquella noche, Cream parecía haberle perdido un poco el respeto a su tamaño y sus modos huraños.

El tercer día de su viaje fue definitivo.

Siempre había cabalgado con Seth,  pero esa tarde, Dean le tendió una mano para ayudarla a subir a su caballo antes de que Seth estuviera en su silla.
Cream miró a Seth. El puso cara de 'qué demonios se cree', haciéndola sonreir, pero luego asintió, y ella aceptó la mano de Dean. Ninguno de los dos se arrepintió. Cuando volvieron a detenerse, a Cream le dolía la cara de tanto reír, y él nunca había tenido un aspecto tan relajado, con una sonrisa enorme que le daba un aspecto encantador.

Durante la cena, todos rieron y bromearon. Cream, incrédula, vio a Roman sonreirle por primera vez.

De hecho, había sonreído mucho esa tarde, escuchando la absurda conversación que mantenía con Dean. Le gustaba su risa. Era fresca. Y sincera.

Tal vez por eso dijo que era su turno ' de aguantar a la niña'. Fue divertido ver la sorpresa en su carita, y no pudo evitar sonreír cuando ella saltó para coger su mano, como si temiera verle cambiar de opinión si no era suficientemente rápida.

Porque Cream había entendido de sobra que eran un equipo. Y, mientras tuviera que viajar con ellos, quería formar parte del mismo.

Desde ese momento, se turnaron para llevarla en sus sillas. 
Habían estado cabalgando así la noche que hablaron por primera vez.

Capítulo anterior - Faltan muchas horas aún

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